【Capítulo 12】Precious Memories


Alexey miró atónito a su amigo. Era incapaz de creer lo que le estaba diciendo, ¿por qué le pasaba todo aquello solo a él? ¿Por qué el destino la había tomado con él y le había castigado en tan poco período de tiempo? Era como si le hubiese mirado un tuerto, cualquier contratiempo iría a él, convirtiéndose en un auténtico imán para las desgracias y complicaciones.

- ¿Q-qué? – tartamudeó, al fin, tras un largo silencio.

- Te digo que salgas conmigo.

Era más que obvio que su compañero le estaba siendo sincero, nadie besa a otra persona simplemente porque le apeteciese, debía de haber un motivo detrás, y por eso mismo, Alexey se encontraba confuso; no era la primera vez que Josh le besaba, en varias ocasiones se le había confesado admitiendo que “le gustaba”, el joven creyendo que era una simple broma inocente, trataba de restarle importancia, pero… la situación había llegado a un punto muerto en el que se veía obligado a decidir. 

- J-Josh… No puedes hacerme esto ahora… Y-yo… - dijo atropelladamente.

- Sé que estás confuso… No te pido una respuesta inmediata. – contestó con confianza y seguridad en sí mismo su acompañante soltando un sordo suspiro.

- Y-ya pero…

- Solo quiero que sepas que desde hace ya bastante tiempo me gustas y me gustaría ir más en serio, Alex. Puede parecer mezquino ya que acabas de terminar con William pero… Yo haré que lo olvides, sé que puedo ser igual que él. 

El muchacho lo miro con los ojos aún rojos, debido al escozor que le provocaba las inoportunas lágrimas, y se quedó completamente mudo sin saber qué decir.

- L-lo pensaré… - acertó a decir, al fin.

- Vale. – afirmó el contario con una pequeña sonrisa dibujada y un tono de esperanza en su voz. A continuación le dio la espalda. – Nos vemos mañana… En el caso de que decidas pisar de nuevo la Universidad.

El joven se quedó cabizbajo y se apoyó contra el marco de la puerta de la entrada, Josh bajó las escaleras y se le quedó mirando unos breves instantes.

- Ya veremos. – musitó Alexey.

Éste miró al suelo y a continuación levantó la vista para encontrarse con los ojos esmeralda de su amigo, ante este contacto visual notó la garganta seca y el sordo sonido del latido de su corazón en sus oídos. 

Tragó saliva y con las mejillas levemente encendidas, desvió la mirada. 

Su compañero sonrió de medio lado y soltó un pequeño suspiro de satisfacción. Su mirada irradiaba ternura y cariño a la vez.

- Allí te veo. 

Las comisuras de sus labios se ampliaron más en una sonrisa y se dio la vuelta comenzando a caminar en dirección contraria a la casa de Alexey, quien ahora le miraba marcharse con cierta tristeza hasta no conseguir vislumbrar más su silueta. 

El joven se despegó del marco de la puerta y entró en la casa, cerrando la puerta cuidadosamente y apoyándose contra ella llevándose una mano a la cara, lanzando un largo y ahogado suspiro al aire.

- Dios mío… - pensó - ¿Qué estoy haciendo?

Avanzó por la entrada y llegó a una amplia sala que cumplía la función de comedor y a la vez, sala de estar. Ésta estaba decorada de forma muy sencilla, sobre una alfombra en el centro, se encontraba una mesa en cuyos lados se encontraban cuatro sillas, tras ellas había un sofá y varias butacas del mismo color crema. La sala también disponía de una televisión y varios estantes con fotos y libros. El muchacho se quedó mirando los libros, allí había varias obras de grandes pensadores de la filosofía, tales como Platón o Nietzsche, que muy a pesar de ser algo bastos, amplios y áridos, Alexey había leído de principio a fin. 

Se sentó en el amplio sofá y recostó la espalda en uno de los mullidos cojines. Entrecerró los ojos y fue entonces cuando comenzó a pensar, acto que en los últimos días le había llevado por el camino de la amargura, pero que le había hecho descargar todas sus emociones aunque fuesen entre lágrimas y llantos. A los pocos minutos se acabó tumbando, acogiendo el sofá cuan largo era el joven y, éste abrazando el cojín que anteriormente recostaba su espalda, miró al techo. A continuación notó como los ojos comenzaban a humedecérsele otra vez. Meneó la cabeza y se colocó de costado, aún tumbado.

- Quizás… Debería considerar la posibilidad. – se cuestionó. – Si comienzo a salir con Josh es posible que olvide a Will…

Alexey no le guardaba rencor a William, es más, se arrepentía de lo que había hecho, debería haberle dejado explicarse y nada de eso hubiese ocurrido. Pero ya era tarde para rectificar. 

Probablemente el destino nunca quiso que se juntaran, que aquello funcionase, era una forma de advertirle de que de una manera u otra no podrían ser compatibles y eso lo llevaría a un dolor aún mayor del que sentía ahora mismo.

Pensó en las palabras que dijo Josh: “Haré que lo olvides, sé que puedo ser igual que él”.

Fue entonces cuando se lo planteó. ¿Podría ser eso cierto? Rodó sobre sí mismo y se coloco sobre su costado izquierdo. Él sabía de sobra que no sentía nada por Josh, con él tenía plena confianza, pero nada más. Solo era un amigo, jamás podría imaginarlo como alguien más ya que jamás había sentido aquella extraña sensación de tener mariposas en el estómago. 

Era todo muy diferente, no era como estar con William. Definitivamente, no lo era. El por qué era sencillo, cuando veía a Josh no sentía esas ganas irremediables de lanzarse contra él y abrazarlo, besarlo… Aunque de una manera u otra ahora al verlo le hacía que le temblasen las piernas. De sobra sabía, que por el momento no quería a su amigo y que de una manera u otra, no podía desprenderse del amor que sentía por William. ¿Pero quién le negaba que perdiera el tiempo si lo intentaba? Alexey estaba casi seguro de que si lo intentaba, podría llegar a quererlo y a olvidarse por completo de William, deshaciéndose de una vez por todas de aquel sentimiento que tanto le martirizaba, así es como conseguiría pasar página al fin.

Se incorporó poco a poco en el sofá y se pasó una mano por los castaños cabellos, revolviéndolos suavemente. Dejó el cojín que sostenía entre sus brazos, a un lado del sofá y se levantó. Fue hacia la estantería, cogió un libro al azar de su gran colección y luego subió las escaleras para encerrarse en su habitación.

Lo dejó encima del escritorio y organizó unos cuantos papeles, ordenándolos para luego meterlos en una mochila bandolera. Colocó ésta a los pies de la cama y salió al baño que comunicaba directamente con su dormitorio. Se echó agua por la cara y se miró en el espejo. Realmente tenía un aspecto horrible pero intentó dedicarle a su reflejo la mejor de sus sonrisas, no la mejor de todas, pero sí lo suficientemente buena para esos momentos tan duros que estaba experimentando. 

Golpeó sus mejillas con suavidad un par de veces y con cierto ánimo en su voz miró su proyección en el cristal.

- Vamos, Alexey. Es hora de que todo vuelva a la normalidad.



A pesar de encontrarnos en pleno diciembre, aquella era una mañana bastante soleada, se agradecía ya que la noche anterior fue fría y había nevado hasta altas horas de la madrugada.

El joven se encontraba debajo un montón de mantas y deslizó su mano afuera del protector calor del edredón para apagar la insistente alarma que se empeñaba en despertarle todas las mañanas con aquel agudo sonido que le martilleaba los tímpanos. 

Las siete y media. 

Alexey se fue incorporando lentamente bostezando y frotándose los ojos. El libro que había cogido la anterior noche ahora se encontraba en la mesilla de noche, con una pequeña muesca en una de las páginas que la hacía diferenciarse de las demás.

El muchacho se sentó en la cama, rechazó todo pensamiento pesimista que se le pudiese venir a la mente. Se levantó y dando traspiés hasta la puerta la abrió y bajó las escaleras con cuidado de no caer y partirse la nariz.

Cuando llegó a la cocina, volvió a lanzar otro bostezo. 

Su madre se encontraba sentada en la mesa con una taza humeante de líquido oscuro y un fuerte aroma amargo entre sus manos. Tenía la mirada ausente y se le notaba algo preocupada. 

- ¿Mamá? – ella se sobresaltó y miró a su hijo bastante sorprendida.

- ¿Alex? Se me hace raro verte levantado a estas horas…

- Y-ya… - el joven bajó la mirada – Pero he pensado que no merece la pena lamentarse más… - Anya le miró con mayor estupefacción – Además, ya he perdido demasiadas clases.

El joven alcanzó una taza de uno de los armarios y se sirvió café, pero él no lo tomaba solo como su madre, sino con leche. 

- ¿A qué se debe esa decisión? – preguntó con un semblante serio en su voz.

- Simplemente… - contestó él intentando no atropellar las palabras. – He llegado a esa conclusión.

Anya colocó la taza en la mesa con golpe quedo. Era incapaz de creer lo que estaba oyendo.

- ¿Así es como vas a hacer que acabe? ¿Sin intentar arreglarlo? ¿Simplemente rindiéndote?

- No me estoy rindiendo, mamá.

- ¿Ah no? – se cruzó de brazos – Entonces no entiendo nada.

- ¡E-es igual! – exclamó alzando el tono de voz. – Lo que haga o deje de hacer no debería importante… Sé cuidar de mí mismo.

A la mujer esas palabras le dolieron como una bofetada en toda la boca. Se levantó y llevó la taza al fregadero.

- ¿Sí? Pues si tan maduro eres… - se acercó más a él – te darías cuenta de lo que estás haciendo y que es incorrecto. William te quiere, y aún así niegas a aceptar esa realidad, Alexey.

- ¡Cállate! – sentenció él dando un golpe en la encimera. - ¡No trates de hacer como si supieras cómo funciona mi cabeza! Por el mero hecho de que seas mi madre no te da derecho a que intervengas en mi vida cuando te plazca, es molesto. – el joven tomó una bocanada de aire e intentó serenar su voz. Notaba un pitido sordo en sus oídos acompañado del ajetreado latir de su corazón.

Con aquellas palabras, Anya quedó muda.

- Bien, ya veo lo que pasa aquí… Muy bien Alexey. Con el tiempo, te darás cuenta, y entonces… Sí que será demasiado tarde. No hay palabras más sabias que las de una propia madre, recuérdalo. 

Tras decir aquello, su madre salió de la cocina y tras unos pocos minutos abandonó la casa dando un sonoro portazo.

Alexey se sintió en cierto modo aliviado de haber podido descargar todo el resentimiento que llevaba acumulado. ¿Se lo merecía su madre? No le importaba. 
Se terminó la taza que mantenía entre sus dedos y la limpio, junto con la que había depositado en el fregadero anteriormente Anya. Cuando hubo terminado se apoyó contra uno de los armarios y soltó un suspiro ahogado.

- Quizás haya sido demasiado duro… - se dijo para sí mismo.

Negó  con la cabeza y subió de nuevo al piso de arriba. Se aseó, vistió y tomó la bandolera que había dejado a los pies de su cama el día anterior. Salió de la casa y cerró la puerta con llave.

Por el camino a la Universidad estuvo pensando en lo que le había dicho a su madre, ahora es cuando sentía remordimientos. No se merecía un trato así, sus problemas eran solo suyos, pero ella siempre había intentado ayudarle y aconsejarle en todo lo que le fuese posible, y con un trato tan hostil Alexey se negaría a escuchar lo que tenía que decirle.

El joven volvió a negar con la cabeza. La noche anterior había tomado la decisión de que no pensaría en exceso, ya que lo único que le había provocado era sufrimiento y aunque sonase egoísta, consideraba que merecía ser feliz por una vez.

Cuando llegó a su clase se encontró con Josh sentado en su pupitre, con las gafas puestas y leyendo lo que parecía unos apuntes ya que estaban lleno de borrones de tinta negra. 

Alexey tomó una bocanada de aire y se sentó a su lado. Cuando su compañero se dio cuenta de su presencia le miró y sonrió subiéndose las gafas a la cabeza.

- Así que al final viniste. – dijo éste. El contrario asintió.

- Ya era hora de que me pusiese al día… - afirmó mirando al pelirrojo y sonriendo levemente.

Josh guardó los apuntes que estaba revisando y golpeó de manera insistente con las yemas de los dedos en la mesa. Lanzaba alguna que otra mirada furtiva a Alexey quien se encontraba rebuscando algunas cosas en su mochila. 

- Oye Alex… -dijo. El joven dejó de rebuscar y le miró algo confundido.

- ¿Q-qué ocurre?

- No quiero presionarte pero… - se llevó una mano a la nuca - ¿Has pensado lo que te dije?

Alexey bajó la mirada y habló para casi sus adentros.

- Lo pensé… - musitó. 

- ¿Vamos después de clase a una cafetería y lo hablamos? – el joven alzó la mirada y asintió. 

- Está bien, será lo mejor.

El resto del la mañana avanzó con normalidad, el trato entre ambos seguía siendo como lo había sido siempre. 
Cuando las clases hubieron terminado, los dos jóvenes se dirigieron a una cafetería que se encontraba en el campus. Era un sitio bien iluminado y amplio. Los chicos se colocaron en una mesa apartada del resto en una de las esquinas del local y comenzaron a hablar de sus cosas.

- ¿Seguro que lo has pensado? – preguntó Josh. Alexey afirmó.

- Sí… Le he dado muchas vueltas a la cabeza y creo que es lo mejor. – contestó él jugueteando con la pajita entre sus dedos.

- ¿Entonces saldrás conmigo?

Al joven empezó a acelerársele el pulso, la respiración se le entrecortaba y las manos le temblaban. Notó como su compañero le tomaba una con suavidad y se la acariciaba. 

- S-saldré contigo. – dijo mirándole levemente sonrojado, notó como a Josh se le iluminaba la cara, y en su boca se dibujaba una resplandeciente sonrisa.

Éste entrelazó los dedos con los de Alexey y se acercó a él lentamente. El joven cerró los ojos y cuando sus rostros ya se encontraban muy cerca el uno del otro, permitió que Josh le besara. A pesar de no ser el primer beso del chico, se sentía muy diferente a los labios de William, los cuales había acostumbrado a besar. Era como si fuese su primer beso de nuevo. 

Alexey notó las cálidas manos del pelirrojo sobre sus mejillas. Tomó sus muñecas con las manos temblorosas y le devolvió el beso suavemente. Besar a Josh era bastante diferente, se notaba que ya lo había hecho muchas veces y lo hacía con experiencia pero aún así sus labios eran suaves y le hacía sentir una sensación agradable.

Después de unos segundos, el pelirrojo se separó y miró al joven sonriente. Éste le devolvió la sonrisa con las mejillas tornadas en color carmín.

Josh volvió a tomar su mano y con delicadeza besó el anverso.

- Te prometo que haré que te olvides de William. Te lo prometo.



Un par de toques en la puerta de su dormitorio sacaron a William de sus pensamientos, se pasó una mano por la melena suelta y respondió con un hilo de voz.

- ¿Quién es?

- Soy yo. – una voz femenina procedía del otro lado. El joven suspiró.

- Entra.

El picaporte giró sobre sí mismo y la puerta se abrió con un pequeño chasquido. Tras ella se veía una figura de media estatura con el pelo azabache cayéndole a la altura de media espalda y los ojos grises hundidos por la preocupación. Katherine, su hermana, se estaba mordiendo el labio inferior.

Cerró la puerta tras de sí y se apoyó contra ella sin dar un paso más.

- Will… - comenzó a decir - ¿Te encuentras bien?

Los grisáceos ojos del joven estaban clavados en su hermana. Lanzó un largo y ahogado suspiro.

- La pregunta sobra. ¿No crees?

Katherine calló y miró alrededor de la habitación. William siempre trataba de tener su dormitorio en orden, sin embargo, estaba hecho un completo desastre. Clavó la mirada en un lienzo pintado completamente de negro, que le llamó extremadamente la atención. Esa era una afición muy bien guardada por el joven, le gustaba la pintura y pocas personas conocían de ella. A continuación desvió la mirada hasta su hermano, quien ahora se encontraba sentado en el borde de la cama con la cara en sus manos. 

El negro significaba pesimismo, desilusión, desesperación, muerte. ¿Era así cómo se sentía él? A su hermana le extrañaba, ya que su hermano nunca dejaba llevarse al límite de sus sentimientos, sino que intentaba canalizarlos. 

Se sentó a su lado y le pasó una mano por la espalda suavemente. Su pelo le caía por la altura de los hombros y el rostro estaba oculto tras sus manos. 
Katherine volvió a mirar alrededor de su cuarto, y debajo de la cama vio que sobresalía el culo de una botella. Sintió un escalofrío desde la nuca que le bajó por toda la espalda.

- Will… - dijo con un tono preocupado en su voz - ¿Has estado bebiendo? – él no contestó.

La joven soltó un ahogado suspiro que se mantuvo en su garganta. 

- Will… - volvió a insistir.

- Cállate. – sentenció su hermano. Ella le miró sorprendida.

- Quiero ayudarte.

- No necesito tu ayuda, Katherine.

- ¿La necesitas…? ¿No te das cuenta? No vas a trabajar, papá está furioso contigo y ahora… - volvió a mirar a la botella – Resulta que le das a la bebida. ¿Crees que todo esto es sano?

William alzó la cabeza y miró a su hermana con una inhumana frialdad en su mirada.

- Katherine, tengo veinticinco años, no soy un crío, no necesito una hermana mayor que me diga lo que tengo que hacer.

La joven calló y se levantó de la cama, se dirigió a la puerta tomando el picaporte en su mano y girándolo lentamente.

- Está bien… Púdrete en tu soledad, William.

Lo giró del todo y salió del dormitorio, cerrando la puerta suavemente. 

William hizo una mueca de burla y se volvió a tumbar en la cama.

- No me importa lo que diga. No tiene ni idea.

Colocó sus brazos tras la cabeza y se quedó mirando al techo, que a pesar de ser blanco a él le resultó más negro que el carbón. Así era como él lo veía todo a su alrededor: completamente negro y borroso cuando las lágrimas se dignaban a asomar por sus ojos, justo tal y como le ocurría en aquel preciso instante. 

3 comentarios:

Maya dijo...

Bueh, sigo con los comentarios conforme te los estaba haciendo en msn:

jañkfjsd lo vuelvo a repetir, ¿cómo eres tan feliz Josh? ;A; lo mato, lo mataré ñakjsdfñkjasdf *saca el destornillador*
Ok, no xDDD

WILL, BORRACHÍN?! P-pero qué es esto? ;AAAAAA;

Ay Will, no seas malo con tu pobre hermana... asjdf ;___;

WILLIAM SE ME PARTE EL ALMA *lo estruja* ;AAAAAA;


Ay ;www; Me ha gustado mucho el cap, muchísimo <33 Alex es un tonto, aish ;___;
Espero que sigas pronto *33* está la cosa muy interesante *A*

Anónimo dijo...

AAAAAAAAAAAAH MARY ME ENCANTA ;AAAAA; Pero Josh fuera caca, Zanito rescátale que se nos despendola con otros D8 (?) Y Will, MI POBRE NO LLORES NOSOTRAS TE ACHUCHAMOS ;______;
Te ha quedado muy bien en serio *///////////////*

pd: ALEEEEEX VETE CON WILL T_______T QUE EL POBRE VA A ACABAR SALIENDO EN CALLEJEROS (?) #okno

Anónimo dijo...

ME HA ENCANTADO!!!! ;A; Dios, Will llorando T____T se me ha partido el alma ;AAAAAAA;
Josh, aléjate de alex y vete con zan, o te lo quito yo y no te lo devuelvo e________e
Y alex, que cruel que ha sido con anya ;AAAA; y will con su hermana T___T que encima le intentan ayudar ;A;

Me ha encantado mary, espero que se reconcilien pronto T____T

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