【Capítulo 3】Precious Memories

Aquella mañana el joven estudiante se despertaba de buen humor. Bajó las escaleras a toda velocidad y saludó a su madre.

- Mamá, no te preocupes por el desayuno, he quedado con un compañero para ir a desayunar y así de paso me deja unos apuntes.

- Oh, pues pasa un buen rato - contestó ésta con una leve sonrisa.

- ¿Eso era ironía…? –pensó para sus adentros el joven.

El chico se dirigió a toda velocidad a la cafetería en la que habían quedado y cuando entró se encontró de bruces con su compañero, Josh.

- Ah, ¿t-te he hecho esperar mucho? –le preguntó Alexey.

- No, acabo de llegar. –afirmó con una sonrisa el otro.

Ambos se sentaron en una mesa libre, asignada por una de las camareras. 

- Alex –llamó al otro su compañero- Te traje los apuntes.

- Ah, muchas gracias. Siento haberte molestado.

- No es molestia, tranquilo. Uno nunca sabe cuándo se va a poner enfermo.

- Ahaha… Tienes razón.

Josh le tendió un pequeño taco de folios fotocopiados a Alexey y después pidieron algo para desayunar y hablaron sobre cosas relacionadas con los estudios. Debido a que Alexey había enfermado aquel día, su compañero de mesa tuvo que dejarle los apuntes de la clase y ahora debía explicarle los conceptos más importantes.

Cuando hubieron terminado con la “clase particular” y de desayunar, Josh se levantó.

- ¿Humm? ¿Ya te vas?

- Lo siento, pero tengo clases de alemán en un cuarto de hora.

- Oh, ya veo. 

- Ya nos vemos por la facultad, ¿vale? –dijo animosamente Josh.

- Vale, nos vemos. – contestó en el mismo tono Alexey.

Sin embargo a pesar de que se había quedado solo en la mesa siguió leyendo aquellos apuntes, había algunos conceptos que aún no le habían quedado claros.

Cogió su cartera y fue a sacar un lápiz para hacer anotaciones con tan mala suerte de que se le cayó al suelo. 

Antes de que él pudiese cogerlo alguien lo hizo por él. El chico miró hacia arriba para ver de quien se trataba. Era ni más ni menos que William, aquel joven que conoció por pura casualidad.

- Creo que esto es tuyo. –dijo tendiéndoselo.

- A-ah… M-muchas gracias… - contestó el joven cogiéndolo. 

- ¿Te importa si me siento aquí? La cafetería está agarrotada.

- N-no, claro que no. Adelante.

Alexey había comenzado a ponerse nervioso, para disimularlo un poco comenzó a escribir en sus apuntes haciendo pequeñas anotaciones al margen. 

William por su parte pidió un simple café a la camarera. Alexey se encontraba casi más concentrado en lo qué  hacía el otro joven que en los propios apuntes. 
- ¿Exámenes? – preguntó William. Alexey asintió. 

No cruzaron ninguna otra palabra, el más joven intentaba concentrarse en los conceptos que no entendía. Lanzó un suspiro al aire.

- ¿Qué estudias?

- Filosofía de la Ciencia.

- ¿Lo entiendes?

- No mucho… -contestó el joven avergonzado.

- ¿Me dejas echar un vistazo? 

Alexey le tendió los papeles a William quien los leyó con detenimiento.

- Mira –dijo cogiendo un lápiz.- Esto es así. 

- ¿Ah? ¿T-tú entiendes de esto?

- Más o menos. – William empezó a escribir en las hojas.

- Es zurdo… -pensó para sí Alexey prestando más atención en la caligrafía del mayor que en las explicaciones.

El joven intentó esforzarse para entenderlo, a pesar de que William era militar poseía muchos conocimientos de la materia.

- ¿Lo entiendes ahora?

- S-sí… Y-ya lo entiendo mejor.

- Eso está bien.

- W-William… ¿C-cómo es que conoces tantas cosas de la filosofía? – preguntó tímidamente el menor.

- Solía gustarme mucho… Leía muchos libros de ensayo.

- A-ah… Entonces como yo…

Se hizo un pequeño silencio incómodo irrumpido por el sonido de una silla arrastrándose.

- Tengo que irme ya. –dijo William- Tengo cosas que hacer.

- Y-yo también debería. –contestó Alexey también levantándose de la silla – M-muchas gracias por tu ayuda.

- No ha sido nada. –contestó el otro. –Hasta otra.

- A-adiós.

William salió primero de la cafetería y Alexey lo imitó no sin antes recoger y colocar sus cosas.

Al salir se lo encontró con una chica bastante mona. Sintió que el corazón se le volcaba y se escondió para poder observarlos mejor.

- P-pero… ¿Qué estoy haciendo? – se preguntó.

La chica cogió del brazo a William y le sonrió.

- S-será su… ¿Novia?

La pareja sospechosa se puso en marcha y Alexey los siguió con cautela a unos cuantos pasos más atrás. Ambos se detuvieron ante una agencia inmobiliaria.

- ¿Casas? No será que… ¿Vivir juntos? – el chico sentía como si se le cayese el cielo encima. – Ah… ¿Pero qué narices hago? No es de mi incumbencia…

El chico no podía sin embargo apartar la mirada de ellos dos. Suspiró y se dio media vuelta. Sin embargo pudo oír una parte de la conversación.

- Oye, hermanito, tú crees…

- ¿Hermanito…? - Alexey se quedó de piedra - ¿¡Incesto?! 

El joven intentó utilizar la cabeza por un momento y se paró a pensar.

- Ahaha… E-eso no es posible…

Sin embargo imágenes no muy agradables se le venían a la cabeza. 

Salió corriendo de allí dirección a su casa y entró con un sonoro portazo, su madre se sobresaltó.

- Pero hijo. –dijo Anya- Vienes acelerado.

- L-lo siento mamá… -contestó jadeando el otro. – He venido corriendo.

- Um… Ya veo. ¿Qué tal las clases?

- ¿Clases? Ah… Bien, ya está todo solucionado.

Su madre sonrió y el joven subió a su habitación. Se sentó en la cama abrazando su fiel cojín y mirando al gran armario de madera blanca que tenía enfrente.

Seguía imaginándose cosas que no eran en su cabeza, pero no podía evitar pensar. Aún así, no se explicaba el por qué.

- ¿Por qué pienso yo en todas estas cosas? – se cuestionó tumbándose en la cama. – No tiene que ver conmigo…

Se puso el cojín en la cara y comenzó a ruborizarse de nuevo.

- Sin embargo… No sé por qué cada vez que veo a William mi corazón si acelera y me es imposible no dejar de pensar en él.

De pronto se incorporó y se llevó una mano a la cara.

- Sueno como una adolescente enamorada… - se apartó la mano de la cara- Pero… Hoy ya he conocido dos cosas más de él… Que es zurdo y tiene una sorprendente bonita caligrafía…

El chico volvió a tumbarse esta vez mirando al techo. 

- Qué sensación más extraña… ¿De qué se tratará esto? – se preguntaba en su cabeza.

- ¡Alex! – le irrumpió su madre, sacándolo de sus pensamientos - ¿Me ayudas con las tareas?

- A-ah, ¡claro! 

Y con esto Alexey se dirigió a pasar la aspiradora por toda la casa, cuestionándose de mientras todas aquellas emociones que nunca antes había experimentado, quizás sepamos pronto de qué emociones y sentimientos estamos hablando...

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