【Capítulo 4】Precious Memories

Esta vez el joven Alexey se encontraba tirado en la cama mirando al techo y abrazando con fuerza un cojín. Afuera llovía.

Le dolía levemente la cabeza y le pesaban los párpados. Se sentó en la cama y se pasó una de sus manos por el pelo.

El joven creyó oír a su madre pero no presto demasiada atención, tanto las voces como las simples gotas de agua impactando contra el cristal de la ventana hacía que en su cabeza sonasen como un estruendo.

Para asegurarse bajó a dónde se encontraba su madre.

- ¿Querías algo? –le preguntó.

- Ay, hijo. –dijo Anya- Tienes mala cara.

- Me duele cabeza.

- Solo quería pedirte que si podrías salir a hacer la compra.

El chico asintió y tomó la lista. Le dolía mucho la cabeza  pero no podía negar hacer un favor a su madre.

Cogió un paraguas y se puso un abrigo, el frío comenzaba a hacerse notar, en nada sería invierno.

El joven se dirigió al supermercado de la ciudad, el cual no se encontraba muy lejos de su casa. Consultó la lista y fue acumulando en el carrito todo aquello que su madre había escrito.

Cuando hubo terminado se encontró cargado de bolsas hasta arriba. Sin duda alguna, no era el día ideal para él para hacer la compra, no se encontraba con muchas fuerzas.

Alexey sintió una liberación cuando alguien tomó la mitad de las bolsas.

- ¿Te echo una mano?

El joven miró a la persona que lo estaba ayudando. Como era de esperar, se trataba de William. A Alexey le vino inevitablemente a la cabeza la escena que había presenciado unos días atrás, cuando lo vio con su supuesta hermana.

- A-ah… M-muchas gracias. –dijo el chico nervioso. – Pero no es necesario, no vivo muy lejos.

- No es molestia. –contestó el contrario tajante.

El joven calló y miró al suelo. Andar al lado de William le ponía nervioso.

Cuando llegaron a la casa del menor, Alexey abrió la puerta e invitó a William a pasar para que dejara las bolsas en la cocina. El joven se encontró una nota encima de la mesa con la letra de su madre.

- “He ido a una entrevista de trabajo”- decía la nota.

- ¿Q-quieres un café o a-algo? – preguntó Alexey tímidamente.

- No es necesario que te tomes tantas molestias. Me iré enseguida.

- A-ah… C-claro, tendrás trabajo hoy…

- La verdad es que no, pero no quiero molestarte.

El chico se ruborizó con aquellas palabras y miró al suelo.

De pronto el dolor de su cabeza se hizo más intenso e inevitablemente cayó sobre sus rodillas, agarrándose la cabeza. William se acercó apresuradamente a él.

- ¡Alexey! ¿Te encuentras bien?

El joven no respondió solo siguió en aquella postura, apretando los dientes, sentía que la cabeza le iba a estallar.

- E-estoy… B-bien… -balbuceó el chico.

- No, no lo estás. – afirmó William.

Éste último acercó su frente a la de Alexey, quien lo miró sorprendido y con las mejillas encendidas.

- Tienes fiebre. Deberías tomar la medicación y acostarte.

- N-no te preocupes por mí… Y-ya lo hago yo solo.

William ayudó al menor a que se incorporarse y ofreciéndole como apoyo su hombro lo dirigió hasta la habitación del joven, una vez allí, lo sentó en la cama.

- Túmbate, ya me encargo yo de la medicación.

- W-William… En serio… N-no es necesario que te molestes tanto…

- No voy a dejarte solo en una situación así.

William salió de la habitación al decir aquello y buscó la medicación por la cocina hasta dar con ella.

Alexey, por su parte, se tumbó en la cama y se tapó con las mantas hasta la altura de los ojos. Ya se encontraba rojo debido a la fiebre, sin embargo, podía sentir como su corazón latía aceleradamente.

- A-aún cuando le dije que no hacía falta…

El chico se cubrió hasta arriba con las sábanas.

Al rato William volvió a irrumpir en la habitación.

- Alexey. –el joven salió de su “madriguera” y se incorporó lentamente – Toma –añadió el joven tendiéndole un vaso tintado por la medicación.

- G-gracias…

Alexey se lo tomó en unos cuantos sorbos y cuando hubo terminado arrugó la nariz, el sabor era muy amargo.

- ¿Tardará mucho en llegar tu madre? –preguntó William.

- N-no lo sé… -contestó el otro volviéndose a acostar.

- Me quedaré aquí hasta que vuelva.

- Pero… E-en serio… No es n-necesario.

- Tú duérmete hasta que la medicina te haga efecto.

El joven intentó obedecerle y cerró los ojos, sin embargo la cercanía del contrario le ponía nervioso y le impedía conciliar el sueño. Aún así, Alexey para no preocupar más a William, se hizo el dormido.

Se sintió tenso cuando notó como William se sentaba en su cama. Aún más se puso en ese estado cuando notó las gélidas manos del contrario acariciándole la cabeza.

Continuó fingiendo aquel estado, aunque su corazón no paraba de latir muy rápidamente.

De pronto se oyó una puerta abrirse. Se trataba de Anya, la madre de Alexey que había vuelto de su entrevista.

- ¿Alex? ¿Estás en casa? – su madre miró las bolsas que se encontraban encima de la mesa de la cocina- Demonios, ¿no podías haber guardado la compra?

Anya subió a la habitación y abrió la puerta. Al mismo tiempo William se acercó al rostro de Alexey para darle un beso en la mejilla.

- Alexey, ¿me estás escuchando?

Cuando abrió la puerta y se encontró aquella escena se quedó en cierto modo impactada.

- Disculpe. – dijo William levantándose- Alexey tiene fiebre y decidí quedarme a cuidarlo hasta que llegase usted.

- A-ah… Muy amable por tu parte… -dijo su madre.

- Así que si me disculpa me iré ya.

- Claro… Muchas gracias por cuidarlo.

William bajó por las escaleras y se marcho no sin despedirse antes de Anya.

Alexey, quien permanecía en su cama, abrió los ojos y se incorporó sobresaltado.

Estaba completamente rojo y el corazón le iba a mil por hora. Se pasó una de sus manos por la mejilla que había sido besada y apretó con la otra una de las sábanas.

- ¿Q-q-qué… ha sido eso? – se preguntó muy avergonzado.

Después se paró a pensar en la reacción que podía haberse llevado su madre y fue entonces cuando notó una vergüenza aún mayor.

- ¡Oh no! ¡S-se habrá llevado la impresión equivocada!

Bajó por las escaleras apoyándose en la barandilla ya que aún se encontraba mareado.

- ¿Alex? – dijo su madre quien estaba colocando la compra - ¿Estás mejor?

- A-algo… Solo tengo algo de sed. –mintió.

- ¿Quién era el chico que estaba contigo?

- U-un… Amigo. –respondió.

- Parece muy atento.

- L-lo es…

No se dirigieron la palabra más, se miraron el uno al otro, Alexey bebió agua y su madre siguió con la tarea.

El chico volvió a subir a su habitación y se tumbó en la cama tapándose con las sábanas hasta la altura de los ojos.

- E-en serio… -pensaba- ¿Q-qué ha sido eso d-de hace un rato…?

Parece que el joven aún tenía que darse cuenta de muchas cosas… Y quizás la respuesta a esas preguntas se encontraba no muy lejana…

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy Elena, esto se pone interesante...
Tengo ganas de leer el siguiente capítulo... Me está gustando. jeje -w-

Publicar un comentario


up